Con unas declaraciones correctas y muy pertinentes al momento que vive la región, el presidente Luis Abinader reclamó a la comunidad internacional la elaboración un plan para Haití, al tiempo de ser más activas en las investigaciones sobre el asesinato del presidente Jovenel Moïse ocurrido el pasado miércoles.
La posición del mandatario dominicano interpreta el sentir de toda la población que ha visto -y sufrido- la apatía de un grupo de potencias que a la hora de plantear soluciones al tema haitiano prefiere escurrir el bulto y pretender que las mismas ocurran en esta parte de la isla.
La muestra más evidente de la irresponsabilidad del liderazgo mundial ocurrió al día siguiente del magnicidio cuando el Consejo de Seguridad (CS) de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) se reunió para analizar una situación que por sus consecuencias nos toca directamente, pero que lo hizo sin representación dominicana y a puertas cerradas.
Una acción del CS que si bien denota una inexcusable falta de diligencia por parte de nuestra cancillería, la que debió en las primeras horas de la tragedia iniciar las gestiones y los cabildeos para que en la previsible reunión del máximo órgano de la ONU, fuésemos invitados, reitera la existencia de una agenda particular frente al tema y en la donde la opinión de nuestro país no cuenta.
De ahí la importancia del llamado de Abinader, quien ha asumido una actitud condigna a la situación, tomando las disposiciones correspondientes en cuanto a la seguridad fronteriza y a los intereses nacionales, conjuntamente a –de nuevo- asumir la vocería del reclamo internacional, que los que están llamados a hacer no hacen.
