Impacto del estrabismo en la calidad de vida del niño

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El estrabismo, definido como la pérdida de alineación de los ejes oculares, representa una condición oftalmológica que va mucho más allá de lo visual.

A diario se puede observar cómo esta alteración repercute de forma significativa en múltiples aspectos del desarrollo infantil, afectando la salud visual y bienestar emocional y social del niño.

Rosa Fernández, oftalmóloga pediátrica-estrabóloga del Centro Integral de Oftalmología de los Centros de Diagnóstico y Medicina Avanzada y de Conferencias Médicas y Telemedicina (Cedimat), explica que desde el punto de vista visual, el estrabismo compromete la visión binocular y la estereopsis, es decir, la capacidad de percibir la profundidad y de fusionar adecuadamente las imágenes que provienen de ambos ojos.

Impedimentos

Esta alteración impide realizar actividades cotidianas como deportes, dibujo o lectura con la misma soltura que otros niños. Cuando los ojos no están alineados, el cerebro puede suprimir la imagen de uno de ellos para evitar la visión doble, lo cual produce ambliopía, comúnmente conocida como ‘ojo vago’.
Esta condición, si no se trata a tiempo, puede volverse irreversible y comprometer el desempeño visual de por vida.

Sin embargo, el impacto del estrabismo no se limita únicamente al campo visual. Muchos de los pacientes experimentan problemas de autoestima desde edades muy tempranas.

Se sienten cohibidos al notar que sus ojos no se mueven como los de los demás y esta diferencia física suele ser motivo de burlas por parte de otros niños, generando consecuencias emocionales pueden derivar en ansiedad o depresión si no se interviene de forma adecuada y oportuna.

El rendimiento

En cuanto al rendimiento académico, el estrabismo también juega un papel importante.

Los niños afectados pueden presentar dificultades para leer, copiar del pizarrón o concentrarse en tareas visuales prolongadas. Como resultado, muchas veces se les etiqueta erróneamente como desatentos o con bajo rendimiento, sin considerar que el problema tiene un origen visual.

La prevalencia

La especialista de Cedimat menciona que la prevalencia del estrabismo en la población infantil general se sitúa entre un 2 % y un 5 %, pero este porcentaje se incrementa considerablemente en niños con trastornos del neurodesarrollo.

Destacando que en condiciones como la parálisis cerebral, el síndrome de Down, los trastornos del espectro autista (TEA) o los síndromes genéticos, el estrabismo puede afectar entre un 20 % y un 70 % de los pacientes.

Esta relación se debe a factores como el tono muscular anormal, los defectos refractivos no corregidos, las alteraciones neurológicas en el control de los músculos oculares y las dificultades en la integración sensorial.

En la escuela

Precisa que en el entorno escolar, la sensibilización resulta clave. Es esencial preparar al personal docente y al ambiente educativo para incluir a los niños con estrabismo.

Educar a los maestros sobre la naturaleza médica de esta condición, así como enseñarles a reconocer signos de alerta como guiñar un ojo, acercarse mucho al papel para leer o tener torpeza en actividades de precisión, permite una identificación temprana y una mejor adaptación del niño.

La estrategia

simismo, Fernández recomienda aplicar estrategias de integración que incluyan dinámicas de respeto y empatía hacia las diferencias físicas y sensoriales, previniendo así el bullying y sus secuelas emocionales.
Las adaptaciones escolares también desempeñan un papel fundamental.

Permitir que el niño se siente en lugares con mejor visibilidad, otorgarle más tiempo para tareas que requieran lectura o escritura y promover la colaboración entre compañeros para fomentar la inclusión, son medidas que hacen una gran diferencia en su experiencia educativa.

Detección precoz

Fernández destaca que la detección precoz del estrabismo representa un pilar esencial en su manejo, señalando que la edad óptima para el diagnóstico suele encontrarse entre los dos y cinco años, momento en el cual el niño ya puede cooperar durante la evaluación oftalmológica.

En esta etapa, el tratamiento resulta mucho más efectivo y puede incluir corrección óptica con lentes, terapia visual y en algunos casos, cirugía de los músculos oculares.

El abordaje integral y personalizado del estrabismo considera no sólo el aspecto motor del ojo, sino también el desarrollo sensorial y emocional del niño.

Señales de alarma

Los padres y profesores deben estar atentos a señales de alarma como la desviación ocular visible, dificultad para enfocar objetos, guiñar o entrecerrar un ojo, torpeza en actividades manuales o evitación de tareas visuales prolongadas.

La intervención temprana mejora el pronóstico visual y también previene complicaciones emocionales que podrían persistir en la adolescencia o la adultez.

La doctora enfatiza en que el estrabismo infantil no debe considerarse una simple alteración ocular, ya que su impacto abarca múltiples dimensiones del desarrollo infantil.

La prevalencia en la población infantil se sitúa entre un 2 y 5 %.

Recordando que una detección oportuna, un tratamiento integral y una inclusión respetuosa en los distintos espacios donde el niño se desenvuelve, se puede no sólo corregir la alineación ocular, sino también mejorar su calidad de vida y su bienestar emocional a largo plazo.

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