Tener miedo no es un pecado. Es más, hay quienes aseguran que muchas epopeyas han sido realizadas por gente que estaba bastante asustada. Por eso que el exprocurador General de la República, Jean Alain Rodríguez, se sienta atemorizado no es ningún delito.
Según el exjefe del Ministerio Público (MP) dos de los acusados del caso Odebrecht (Ángel Rondón y Víctor Díaz Rúa) quieren matarlo o por lo menos verlo muerto, algo que comprensiblemente no le resulta agradable, le ha disparado las alarmas de pánico, y lo ha llevado a escribirle una carta al presidente Luis Abinader.
Una acción equivocada que en él adquiere ribetes mayúsculos porque como abogado y pasado titular del MP, conoce perfectamente los pasos a seguir que en materia penal son dar parte a la Policía, o poner una denuncia, que en este caso sería una querella, ante la fiscalía territorialmente correspondiente.
Y es que Luis Abinader no es ni fiscal ni es policía, por tanto la pregunta que habría que hacerle a Rodríguez es qué cosa él entiende (o pretende) que debe hacer el mandatario ante una misiva que, si a realidad vamos, correspondía más enviársela a la procuradora actual, Miriam Germán… aunque ése sí le hubiese sido un trago incómodo y amargo.
El mensaje es poco institucional, porque por más espantado (con o sin razón) que esté Jean Alain, nunca debió involucrar al Presidente en un tema de carácter personal y cuyas vías jurídicas, establecidas en el artículo 31 del Código Procesal Penal, él no sólo conoce, sino que le tocó aplicar cuando estuvo al frente del MP. Si algo habrá que reconocerle a Luis Abinader ha sido su no injerencia en los asuntos propios del MP.