Tengo tres hermosas hijas para la gloria y honra del señor Jesucristo. Somos parte de la diáspora dominicana, pero en estos momentos trasladé mi mente a cuando vivía en mi país y tenía la edad que hoy tiene mi hija mayor.
Estoy en los cuarenta y, en mi análisis, mi país vive las mismas circunstancias de cuando yo era adolescente: mis compañeros universitarios, que eran ahijados de fulano; mis vecinos, que eran compadres de perencejo, y Don fulano, que era padrino de muchos, eran las únicas personas que conseguían un trabajo decente y podían ejercer sus carreras universitarias, después que culminaban sus estudios.
Otros, como fue mi caso, ingresamos a la política y tuvimos algunas oportunidades de empleo en nuestras áreas profesionales; sin embargo, algunos de mis amigos de infancia no tuvieron padrinos y sus padres no tenían compadres de renombre, por lo que se quedaron estancados.
Una excepción a todo esto fue la Suprema Corte de Justicia. Cuando el magistrado Jorge Subero Isa era presidente, convocó a un concurso de oposición, que fue tan transparente que, sin padrinos ni compadres, logré ser la primera de los dos que abogados solicitados. Laboré en esa institución hasta que entendí que tenía los conocimientos suficientes para convertir la marquesina de la casa de mi madre en una oficina y ejercí por 7 años, hasta que salí de mi país con mis hijas.
Estamos en el 2021, tengo muchos amigos en mi país, que sólo me dicen tuviste visión rayos x, de salir de esta selva. Uno me dijo: “mis hijos ya se graduaron en la universidad, gracias a Dios que uno sabe inglés y trabaja en un ‘call center’, porque los demás hasta pena me dan, ganando suelditos de miseria”.
Otro me comentó que su hija es licenciada en mercadeo y trabaja en una banca vendiendo lotería; trabajar en una banca de lotería es un trabajo digno, pero no para alguien que se capacitó profesionalmente.
Coinciden en lo mismo: “el que no tiene padrino no se puede bautizar”; es decir, el que no tiene relaciones en República Dominicana, no consigue ni pararse en la puerta del progreso.
Hago este relato no es para que se enteren de mi vida, sino porque estoy segura de que la gran mayoría de los que nos criamos en barrios de nuestro país se va a identificar conmigo al 100%. Lamentablemente, puede ser que nada de esto se corrija.
Imagínense ustedes, el presidente de turno, Luis Abinader, vendió un cambio, trajo el cambio y sigue luchando por el cambio; están apresando a los corruptos de su gobierno, el turismo ha crecido, ha sido alabado por su respuesta al Covid-19… pero, a pesar de todos esos méritos, hay que reconocer que el nepotismo se ha desarrollado al más alto nivel.
República Dominicana es un país rico, mal administrado por décadas; si seguimos con ese trato a nuestros recursos humanos, estaremos, en muy poco tiempo, en la misma situación que Venezuela. Eso sería fatal, los dominicanos no lo merecemos.
Debemos cambiar la política de padrinos, ahijados y compadres. No a la discriminación en cualquier aspecto de la vida!
Avancemos por el buen camino, siempre dirigidos por el poder de Dios.
Excelente y real!