El pasado viernes las noticias se enfocaron en el anuncio del presidente Luis Abinader de que podrían flexibilizarse las medidas que desde el pasado 15 de septiembre mantiene clausurada por aire, mar y tierra, la frontera entre República Dominicana y Haití.
Disposiciones que fueron dadas a conocer en el día de ayer cuando, y a sugerencia del Consejo de Seguridad y Defensa Nacional (CSDN), órgano consultivo del presidente de la República establecido en el artículo 258 de la Constitución, se habilitarán corredores comerciales provisionales con Haití a los fines de facilitar el comercio de productos esenciales como alimentos y medicinas.
Dentro de las 7 medidas del CSDN, a ejecutarse a partir de mañana, está el establecimiento de fuertes medidas de control militar y registro biométrico obligatorio en las provincias de Dajabón, Elías Piña, Independencia y Pedernales para el trasiego de esas mercancías, pero manteniendo la clausura migratoria.
Sin embargo y aunque la flexibilización, reclamada por algunos sectores del comercio y la producción nacional, ha acaparado la atención, la misma tuvo un paso previo que fue la comprobación que hiciera Abinader del funcionamiento del canal de riego La Vigía en Dajabón.
Solo después que el mandatario constató, de forma personal y sorpresiva, que el suministro de agua para los productores de esa zona, amenazado por la construcción ilegal de un trasvase al río Dajabón por los haitianos estaba garantizado, fue que se procedió a flexibilizar.
Algo que habla en mayúsculas del compromiso de Luis Abinader con los intereses de la patria, el reclamo de un derecho y que muestra que la flexibilización con restricción, no fue a loco.