Salmos 42:2
Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo.
Como el agua es esencial para la vida fÃsica, asà Dios y Su presencia son esenciales para la satisfacción e integridad de la vida. Los verdaderos creyentes tendrán hambre y sed de Dios y de su gracia, bendición y actividad sobrenatural en la vida de ellos.
Dejar de tener sed es morir espiritualmente; por eso no se debe permitir que nada disminuya el profundo deseo por las cosas de Dios. Hay que cuidarse de las ansiedades de este mundo, de las aspiraciones por las cosas terrenales, y de los placeres que reprimen el hambre y la sed de Dios, y el deseo de buscar su rostro en oración. Marcos 4:14.
Se debe orar para que se fortalezca el anhelo de la presencia de Dios, para que sea mayor el amor por la plena manifestación del EspÃritu Santo, para que se profundice la pasión por la plenitud del reino y la justicia de Cristo, hasta el punto que se clame dÃa y noche con una sed genuina y profunda. Asà como el ciervo «brama por las corrientes de las aguas» en el tiempo de sequÃa. Mateo 5:6 y 6:33.
¿Cuándo vendré y me presentaré delante de Dios?
Hoy me acerco a TÃ, no dejes de darme el agua de Tu Fuente cristalina. Clamo por mi corazón, y por todos los que tienen hambre y sed de TÃ.
Que podamos esperar la venida de Cristo sumergidos en Tus aguas vivas, llena nuestras vasijas de agua para los sedientos, danos Tu Palabra de sabidurÃa para los hambrientos.
El mundo espera satisfacer su vida espiritual, somos nosotros los responsables de llevar las almas a los pies de Cristo. La gran comisión debemos de cumplirla, Mateo 28:18-20. Y Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. Por tanto id (v.19), enseñándoles (v.20).
Tres versÃculos que si meditamos sobre ellos y los ponemos en práctica, entenderÃamos que somos fuentes de aguas vivas que Dios provee de Su bendito manantial. Su Palabra es el alimento diario, y no debemos tener hambre ni sed. Que Dios nos haga entender lo que está escrito para llevarlo a la práctica. Amén.
