La incorporación masiva en los últimos 15 años del #smartphone (teléfono con inteligencia artificial) ha transformado la conducta ciudadana a niveles asombrosos.
La tecnología telefónica ha concentrado en un solo aparato, un poderoso sistema de comunicación integral, unificando la radio, la televisión y la prensa escrita en un solo clic.
Hoy, los ciudadanos se graban ente sí, delincuentes y autoridades, se prenden cámaras con el objetivo de ganar el juicio mediático, y depende quién lo suba primero y cuál plataforma lo asuma, para tener mayor ganancia de causa.
Me sorprendió bastante ver un miembro del #Digesett cumpliendo con su deber ante un camionero en Las Américas, que, aun violando la ley de tránsito, tuvo que usar su teléfono como garantía testimonial del cumplimiento de su deber constitucional. No sé cuándo nos desviamos de la línea milimétrica que divide la autoridad del caos. (Aunque también ciudadanos evitan muchos excesos y abusos por parte de miembros que se apartan del correcto cumplimiento del deber).
Ahora que estamos en tiempos de reformas y diálogos, entiendo necesario, urgente y fundamental mirar hacia la ciber delincuencia, modificar, fortalecer y observar leyes como la 53-07 (Crímenes y Delitos de Alta Tecnología) pues la cantidad de cuentas falsas contaminan el universo de la información, ante la mirada cómplice del Ministerio Público y un Dicat que orbitan como cuerpos inertes cargados de vagancia procesal.
Dicha ley debe pasar de instancia privada a pública, para que los departamentos de Crímenes de Alta Tecnología estén vigilantes y persigan de forma automática a los que venden electrodomésticos desde páginas falsas ante la mirada de todos. Creo que estamos enfrentando los focos equivocados de la delincuencia, y sin temor a equivocarme, los ciber delincuentes nos están ganando la batalla de forma fácil y ventajosa.
Desde la era del «Circo Máximo» en Roma, la gente tiene diferentes asientos en el entretenimiento. Pero es tiempo de mirarnos desde el mismo ángulo.
«El que entendió, entendió».
