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sábado, abril 20, 2024
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El gigante con quien no pudo el rey David

Si…, en un ejercicio de asociación libre te dieran dos palabras para que relates una historia bíblica y te suministraran las palabras Gigante y David, ¿en qué historia pensarías?

Es muy probable que recrees la historia de la derrota del Gigante Goliat de manos de David con el uso de una piedra lisa (un callao en dominicana) disparada por su honda o tirapiedras.

Sin embargo, y quizás tú lo ignoras, la biblia registra otra historia con esas dos palabras que no fue muy agradable en un momento dado para David, en donde por poco no lo cuenta y riega la arena con su sangre.

Así como lo oyes, en 2 de Samuel capítulo 21: 15 al 17, se narra la lucha que David sostuvo contra otro gigante. Así cuenta la Biblia: “15 Volvieron los filisteos a hacer la guerra a Israel, y descendió David y sus siervos con él, y pelearon con los filisteos; y David se cansó. 16 E Isbi-benob, uno de los descendientes de los gigantes, cuya anza pesaba trescientos siclos de bronce, y quien estaba ceñido con una espada nueva, trató de matar a David; 17 más Abisai hijo de Sarvia llegó en su ayuda, e hirió al filisteo y lo mató. Entonces los hombres de David le juraron, diciendo: nunca más de aquí en adelante saldrás con nosotros a la batalla, no sea que apagues la lámpara de Israel.

Ese David que años atrás, él sólo, con una piedra y una honda pudo vencer al temido gigante Goliat, ahora como rey de Israel, estuvo a punto de caer abatido por otro hombre con las mismas características que el gigante aquel.

Pero esta vez se enfrenta al gigante con las armas que desechó antes, no se registra que se haya puesto en manos de Dios, ni que tomara piedras o la honda.

En el hoy histórico David salva la vida milagrosamente y sólo porque alguien estuvo a su lado, para a riesgo de la suya, salvarlo a él.

La lección de hoy es, los gigantes que venciste ayer pueden volver hoy. ¿Con qué armas te le enfrentarás, con quién cuentas por si tus propias fuerzas te fallan?

Podría ir tu ejército a la batalla sin ti, pues tal vez hoy le seas de tropiezo y retraso en el campo de batalla, pero sería muy útil si te preservas como mentor y guía. Y desde allí en la paz de tu guarida invocar a Dios y poner en Él tu confianza como lo hiciste en la primera gran confrontación

¡Que Dios te continúe bendiciendo: hoy mañana y siempre!

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