La fe en medio de una pandemia

Empecemos viendo la diferencia entre brote, epidemia y pandemia: un brote es la aparición repentina de una enfermedad debido a una infección en un lugar específico y en un momento determinado; se cataloga como epidemia cuando la enfermedad se propaga activamente debido a que el brote se descontrola y se mantiene en el tiempo, por lo que aumenta el número de casos en una área geográfica concreta, y para que se declare el estado de pandemia se tienen que cumplir dos criterios: que el brote epidémico afecte a más de un continente y que los casos de cada país ya no sean importados, sino provocados por transmisión comunitaria.
Aclarado lo que es una pandemia, debemos entender que la fe es la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve; porque por ella alcanzaron los antiguos el buen testimonio.
Ahora bien, dónde entra la fe en medio de una pandemia? En el salmo 91, Dios nos muestra una palabra de fortaleza, de vida y de esperanza:
91,3 El te librará del lazo del cazador, de la peste destructora; 91,10 no te sobrevendrá mal, ni plaga tocará tu morada, y 91,11 pues que a sus ángeles mandará cerca de ti, que te guarden en todos tus caminos.
Muchos piensan que esta situación viene de parte de Dios, como un castigo para su pueblo; pero en realidad no debemos tener ese sentir. Este virus no viene de parte de nuestros Señor, simplemente lo vemos como una repuesta en medio de la crisis y la desesperación.
Esto lo creó el hombre y Dios lo permitió para tratar de hacernos entender que su pueblo debe alinearse, humillarse, establecer nuevos principios de vida y para que estuviéramos en obediencia. El mandó a su único hijo al mundo a morir por toda la humanidad para brindarnos la vida eterna.
Entonces si tenemos fe, agrademos a Dios. Si agarramos esas palabras, El tendrá cuidado de nosotros, y tendremos esperanza de vida; miraremos nuestras aflicciones, conflictos y persecuciones de manera diferente y alcanzaremos victorias y grandes testimonios como los hicieron los antiguos.

La fe es el lenguaje de los que triunfan, es confiar en Dios aún cuando no entendemos su plan. Es tener paciencia, confiar, depositar; es tener un refugio seguro en los momentos de tristeza, de dolor y sufrimiento.
En nuestra creencia, en nuestra convicción es donde el concepto de fe tiene que ir más allá del convencimiento y mantenernos firmes –aún nuestro ojos no vean las expectativas de un modo diferente–, mantener la fe en nuestro corazón y entender que nuestro Dios, desde lo alto, es nuestra fortaleza. Y declarar que no hay nada imposible para El.
La enfermedad, la muerte, la pandemia, el sufrimiento… pueden aprovecharse para bien; son medios que nos ayudan a irnos desprendiendo de este mundo; nos ayudan a madurar, a crecer en compasión, en paciencia y a aprender a ver a los demás con un corazón capaz de conmoverse.
También cabe destacar que es en nuestra angustia cuando Dios nos permite alzar la mirada al cielo, recibir la paz y obtener la fe que tanto necesitamos. Y confirmarnos que todo estará bien.
Amen!