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sábado, abril 20, 2024
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Descartar a Donald Trump

FILADELFIA.- Observando de cerca los resultados negativos de sus discursos racistas y divisionista ante la sociedad norteamericana, el Congreso Nacional, el liderazgo político de ambos partidos mayoritarios y la sociedad estadounidense en general deben descartar por ahora a Donald Trump como líder de la extrema derecha.

La líder demócrata en la Cámara Baja, Nancy Pelosi, la mayoría de los congresistas demócratas y una parte considerable de los republicanos entienden que los discursos de orientación de Trump a la sociedad norteamericana no generan empatía y amistad, por el contrario provocan divisiones raciales y enemistades entre diversos segmentos étnicos de la población.

En el transcurso de sus cuatro años como gobernante de Estados Unidos, Trump no escuchó, leyó ni mucho menos obedeció los informes secretos que le entregaban los jefes de los Servicios de Inteligencia encargados de la seguridad de Estados Unidos como potencia mundial, ni ponía asunto a los informes del Servicio Secreto y esa fue una de sus peores faltas.

Nosotros, los comentaristas y analistas políticos que observamos diariamente el acontecer de la política nacional estadounidense, hemos visto últimamente el incremento de odio racial y divisiones radicales entre grupos étnicos que, por décadas, se han enfrentado en este país.

Y en los últimos cuatro años cuando creíamos que habíamos vencido las litigaciones y luchas raciales, hoy despertamos teniendo un presidente como Donald Trump, que representa el odio divisionista, la tiranía entre grupos en pugna y notables líderes cívicos que, en sus quehaceres políticos cotidianos, no obedecen a los intereses colectivos de la nación.

La poderosa nación norteamericana, un país que se ha convertido en la potencia del mundo, no puede exhibir hacia el exterior rebatiñas, luchas venenosas por el control del poder político y que nuestros enemigos de afuera se enteren.

Como Estados Unidos teníamos largos años y décadas dando al mundo lecciones democráticas y el buen comportamiento jurídico de nuestras instituciones ante la sociedad norteamericana, hasta que Trump a través de sus discursos Sobrecargados de mentiras y fabulaciones políticas convulsionó y desorientó a los americanos.

Durante estos últimos cuatro años, como presidente de Estados Unidos, Donald Trump ha hecho todo, menos hablar de una política coherente, mediática, definida y filosófica hacia el mundo exterior que dominamos.

Todo aquel líder político norteamericano que llega a la Casa Blanca como presidente de la Unión Americana, debe conocer muy bien la historia política de la nación para no cometer graves errores al término de contradecir la política exterior americana y sacar al país de todos los mecanismos regionales e internacionales que regulan y fortalecen nuestra política de dominio imperial.

El próspero empresario de bienes raíces en Estados Unidos y otras partes del mundo, Donald Trump, olvidó que esta gran nación ha sido fortalecida y enriquecida gracias a los trabajos y esfuerzos de millones de inmigrantes que han llegado de todas partes del globo terráqueo a contribuir fuertemente y con dedicación constante al fortalecimiento económico del país.

La parte fuerte del discurso político cotidiano de Donald Trump aceleró las fricciones raciales, fortaleció las enormes diferencias, ya habidas entre blancos, afroamericanos, hispanos y otros grupos étnicos de menor presencia. Trump sólo pensó y actuó para fortalecer su superego personal.

Ahora mismo, la líder demócrata de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, que defiende a rajatablas la constitucionalidad democrática del país, tiene la razón porque la institucionalidad de la nación no puede echarse abajo por la ignorancia, miopía, ceguera y brutalidad política de un líder totalmente equivocado.

Los contribuyentes que realizan sus donaciones económicas a las causas financieras de la campaña política de los dos partidos mayoritarios PD y PR, los Representantes de la Cámara Baja, los Senadores de la Cámara Alta, el liderazgo político de ambos partidos en los 50 estados y la sociedad norteamericana, deben estar alertas para no volver a elegir a un nuevo mandatario como Trump, ciego, torpe y tosco políticamente.

Los americanos negros, blancos, latinos y otros grupos étnicos minoritarios residentes y/o ciudadanos que vivimos por años en este país estamos en la ineludible obligación de obedecer sus normas nacionales y leyes constitucionales. Así de sencillo, amigo mío.

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