Por JAVIER FUENTES | Politólogo y teólogo. Reside en NY.
La depresión es uno de los males más comunes que afectan a nuestra sociedad, y no distingue género ni condición social.
Aunque es especialmente visible entre las mujeres, también impacta profundamente a los hombres.
Desde una perspectiva cristiana, es importante reconocer las raíces de este problema y cómo abordarlo desde la Palabra de Dios y la fe.
1. Depresión como resultado del duelo
El duelo es una respuesta natural ante la pérdida de una persona, un sueño o una situación significativa. Como nos enseña Jesús: “Bienaventurados los que lloran, porque ellos recibirán consolación” (Mateo 5:4). Sin embargo, cuando evitamos enfrentar ese dolor, corremos el riesgo de sufrir consecuencias emocionales y espirituales graves.
Un duelo no resuelto es como una herida abierta: no sana por sí sola. La Biblia también nos asegura que “Él sana a los quebrantados de corazón y venda sus heridas” (Salmos 147:3). Por ello, enfrentar el dolor con honestidad, orar y buscar consuelo en el Señor es esencial para superar esta etapa.
2. Depresión por ira no liberada
La ira, cuando no se maneja adecuadamente, puede volverse contra nosotros y derivar en depresión. La Palabra advierte: “Airaos, pero no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro enojo” (Efesios 4:26-27). En muchas ocasiones, hombres y mujeres reprimen su enojo debido a estereotipos culturales, lo que puede causar un daño profundo al alma.
Expresar nuestras emociones de manera adecuada es clave. Esto no implica actuar con agresividad, sino hablar con amor y sabiduría, como dice Proverbios: “La respuesta amable calma el enojo, pero la palabra áspera aumenta la ira” (Proverbios 15:1).
Aprender a liberar la ira puede ser un proceso largo, pero necesario. Escribir una carta y luego destruirla, o realizar actividades físicas como golpear una almohada, puede ser una forma práctica de canalizar este sentimiento.
3. Depresión clínica: una lucha más profunda
La depresión clínica es más compleja, ya que suele tener raíces genéticas o químicas. En estos casos, es fundamental buscar ayuda profesional.
Sin embargo, como creyentes, podemos confiar en que Dios también está con nosotros en estos momentos difíciles. Él nos dice: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar” (Mateo 11:28).
Los medicamentos, cuando son prescritos responsablemente, pueden ser una herramienta útil, un “yeso emocional” que ayuda a estabilizar el alma mientras trabajamos en nuestra sanidad espiritual y emocional.
Pero no debemos olvidar que la verdadera restauración proviene de Dios: “Yo les daré consuelo y alegría en lugar de su tristeza” (Jeremías 31:13).
Sanidad en Cristo
La sanidad completa requiere una combinación de fe, acción y confianza en el Señor. Además, nuevas herramientas como el EMDR (Desensibilización y Reprocesamiento a través de Movimientos Oculares) están ayudando a muchas personas a procesar traumas del pasado y encontrar libertad. Sin embargo, como cristianos, sabemos que ningún tratamiento es más poderoso que el amor y la gracia de Dios.
Cuando enfrentemos la depresión, recordemos lo que dice el Salmo 34: “Claman los justos, y el Señor los oye; los libra de todas sus angustias” (Salmos 34:17). Nuestro Dios no nos deja solos en el valle de la sombra, sino que nos guía hacia la luz de Su sanidad.
Ejercicios para la Sanidad Integral
- Si identificas que sufres de depresión, reflexiona sobre cuál de los tres tipos descritos te afecta. Ora al Señor para que te guíe a enfrentar esta situación.
- Si reconoces que tienes ira no liberada, escribe una carta a la persona o situación que te causa enojo (sin enviarla), exprésate con sinceridad, y luego destruye la carta como símbolo de liberación.
- Practica nuevas formas de responder a las situaciones que te generan enojo, apoyándote en el consejo de Proverbios 16:32: “Mejor es el que tarda en airarse que el fuerte; y el que se domina, que el que conquista una ciudad”.
- Busca la ayuda de un consejero cristiano si sientes que no puedes enfrentar esto solo. La multitud de “consejeros brinda sabiduría y seguridad” (Proverbios 11:14).
Reflexión final
La depresión es una batalla que puede superarse con fe, acción y el apoyo de la comunidad cristiana. Recordemos siempre las palabras de Jesús: “La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da” (Juan 14:27).